lunes, 27 de diciembre de 2010

REGALOS INVISIBLES

Tomás es un chico de siete años que vive con su mamá, una humilde costurera, en un pequeño apartamento de un solo cuarto. La víspera de Navidad el chico espera ansioso la llegada de Papá Noel. Siguiendo la costumbre, ha colocado en la chimenea un gran calcetín de lana, esperando encontrarlo, a la mañana siguiente, lleno de regalos.
Pero su mamá sabe que este año no habrá regalos de Navidad pues no hay dinero para comprarlos. Para evitar la desilusión del niño, le explica detenidamente que hay bienes visibles, que se compran con dinero, y también bienes invisibles, que no se compran, ni se venden, ni se ven, pero que le hacen a uno muy feliz, y son, incluso, más importantes que los bienes visibles. Le habla del cariño de la mamá, de la amistad de sus compañeros, de la salud para poder jugar y reír… Tomás escucha con mucha atención, asimilando la que será una de las lecciones más importantes de su vida.
Al día siguiente, Tomás despierta, corre a la chimenea y ve su media vacía. La recoge con emoción y alegría y se la muestra su mamá: "¡Mira, mamá! ¡Papá Noel me ha traído los mejores regalos! ¡Mi calcetín está lleno de bienes invisibles!".
Por la tarde Tomás va a la pequeña iglesia donde se reúnen los chicos, cada cual mostrando orgulloso su regalo. "¿Y a ti, Tomás, qué te ha traído Papá Noel?", le preguntan.
Tomás muestra feliz su calcetín vacío: "¡A mí me ha traído bienes invisibles!", contesta. Los chicos se ríen de él. Entre ellos Federico un niño consentido que tiene el mejor regalo pero no es feliz. Por envidia sus compañeros le hacen burla porque su coche con motor no tiene marcha atrás, y enfurecido destruye el valioso juguete.
El padre de Federico ve la escena y se entristece mientras se pregunta cómo podría hacer feliz a su hijo. Mientras reflexiona en eso ve a Tomás sentado en un rincón, feliz con su calcetín vacío. Se acerca y le pregunta: "¿Que te ha traído Papá Noel?"
"Ha llenado mi calcetín de bienes invisibles", contesta Tomás ante la sorpresa del papá de Federico, y le explica que no se ven, ni se compran, ni se venden, como el cariño de una mamá, la salud, o la compañía de los amigos.
El papá de Federico comprendió. Los muchos regalos visibles y vistosos no habían logrado la felicidad de su hijo, pero Tomás había descubierto, gracias a su mamá, el camino a la felicidad.

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