jueves, 9 de diciembre de 2010

EL BAMBÚ CHINO

Quiero dejaros un pequeño presente que es sencillo y de poco valor, pero va envuelto en todo mi cariño. Me refiero a la reflexión que viene encerrada en una pequeña semilla: la del bambú de la China.  
Su flor es muy preciada por los asiáticos ya que es  símbolo del crecimiento, y para nosotros debería ser ejemplo de confianza y esperanza, ya que el procedimiento es como sigue: después de sembrada la semilla se riega y se cuida durante un año y no aparece nada; ninguna señal de vida.
Se riega y cuida durante otros doce meses, pero aún no hay resultado. Exactamente igual ocurre en el año tercero, y también en el cuarto y en el principio del quinto.
Pero transcurrido ese periodo una brizna de esperanza rasga la tierra y se inicia entonces un crecimiento prodigioso. En seis semanas el árbol alcanzará una altura de treinta metros.
Pero, si bien el crecimiento es una enorme lección, no es la única que esa planta nos enseña: también está su solidez. El tallo del bambú, una vez seco, es tan resistente que se utiliza para construir puentes y viviendas.
Durante cinco años sólo hubo trabajo, cuidados y espera. Nada se vio. Pero que no se viera nada no significaba que nada estuviera ocurriendo.
En una esfera alejada de la vista algo impresionante se fraguaba: una compleja estructura de raíces se estaba formando. Sólo así sería capaz de sostener el crecimiento extraordinario que tendría lugar al quinto año.
Disculpa mi atrevimiento al transmitirte la siguiente reflexión: varías veces te oí decir que el invierno se te antoja largo y muy dura la ausencia de fruto.
Escúchame hoy: la vida a veces se comporta como el árbol de bambú. Se requiere una espera activa –con frecuencia larga-, regando y abonando, para recoger, al fin, el fruto. Es cierto que pocas cosas son tan difíciles como la espera, pero no es menos cierto que aguardar el tiempo de Dios siempre vale la pena.
Sigue regando la semilla de tus sueños y proyectos. Empápalos con el agua de la esperanza y no dejes de abonarlos con la fértil confianza. Ésta es el antídoto de la ansiedad.

1 comentario:

  1. Hermosa palabra... hermosa lección Pastor! Gracias por compartirla... a penas ha pasado un año... pero, debo ser paciente!

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