domingo, 19 de diciembre de 2010

CONVERDACIONES CON MI DIARIO (13) CUANDO LA ENFERMEDAD TRAE SALUD

Querido diario:
Lo que hoy quiero comentarte, ocurrió -me ocurrió- en la sala de un quirófano.
Jamás pensé que aquella lóbrega habitación, que yo consideraba sala de torturas, pudiera convertirse en un paradisiaco corredor que desembocara en el cielo, pero eso fue lo que pasó:

 Una vez concluida la operación, el suero se introducía lentamente en mis venas mientras, gota a gota, mi alma destilaba pensamientos que querían florecer, pues algo peculiar había ocurrido en el quirófano:
            En los momentos preliminares a la intervención escogí recitar el Salmo 23. (Cuando a uno le van a remover en lo íntimo precisa un poderoso motivo de meditación para conservar la calma). No logré superar el versículo primero, la anestesia obró de forma fulminante cuando apenas finalizaba la frase “en lugares de delicados pastos me hará descansar”. A partir de ese momento comenzó el milagro. Tan sólo la áspera cáscara del cuerpo se encontraba en aquella sala de operaciones. Yo estuve en   delicados pastos, en praderas difíciles de describir por su insondable pureza y la mezcla de colorido. Una dulce brisa me envolvía y puedo asegurar que yo no caminaba sino que era transportado con inefable dulzura.
            Cuando percibí ligeros toques en mis mejillas y una voz que me animaba a despertar, mis ojos estaban desbordados por lágrimas. Las enfermeras me interrogaban sobre el motivo de aquel llanto.
            ¿Cómo explicarles que yo había regresado de un lugar y condición de paz perfecta donde la ausencia de aflicción era absoluta? ¿Cómo decirles que mi alma anhelaba el retorno a aquellos dulces parajes?  No era fácil narrar que sobre aquella mesa de trabajo Dios me había mostrado que un cuerpo impedido no es obstáculo para retozar por bellos campos con alfombras de terciopelo. Que la enfermedad puede hacer de nosotros su blanco pero no su presa, porque ante piernas imposibilitadas Él nos proporciona alas. Él sustituye la vasta sábana verde de un quirófano por campiñas del mismo color, pero de delicada textura.

Sí, querido diario, fue una experiencia que jamás olvidaré.
Siempre recordaré que la situación más extrema y la adversidad más profunda, pueden ser cofres que cobijan los más valiosos tesoros. (Del libro Mi Mayor Legado)

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