jueves, 25 de noviembre de 2010

CONVERSACIONES CON MI DIARIO (4 ¡UN NUEVO HIJO EN LA FAMILIA!)

Querido diario:
Hoy tengo una razón más para sonreír.
Tuvo razón quien dijo, cuando la vida te presente mil razones para llorar, demuéstrale que hay mil y una para reír.
El motivo de mi alegría  es que acabo de tener entre mis manos a mi último hijo de papel y tinta. Su nombre es MI MAYOR LEGADO y se trata de una nueva edición revisada y ampliada de un clásico publicado hace tiempo.
¿Recuerdas cuando pudimos verle por primera vez?
Doce años han quedado atrás… once libros quedaron en el camino…
Pero este libro, aparte de ser el primero que escribí, tiene otra peculiaridad: y es que, mientras tomaba forma, fui trasladado a un quirófano con el fin de someterme a una intervención quirúrgica. De hecho, la mitad de los escritos que conforman ese volumen surgieron durante una prolongada y aguda crisis de hernia discal. Muchas de las reflexiones nacieron en la acogedora luz del halógeno del salón, mientras intentaba localizar la posición más favorable para el nervio ciático. Otras vieron la luz en la tenue penumbra del fluorescente del hospital,
Y allí, cuando los cirujanos me removían en lo más íntimo, tuve una experiencia de esas que te transforman. No pude dejar de incluirla en el manuscrito y hoy, querido diario, quiero compartirla contigo:
Una vez concluida la operación, el suero se introducía lentamente en mis venas mientras, gota a gota, mi alma destilaba pensamientos que querían florecer, pues algo peculiar había ocurrido en el quirófano:
         En los momentos preliminares a la intervención escogí recitar el Salmo 23. No logré superar el versículo primero, la anestesia obró de forma fulminante cuando apenas finalizaba la frase “en lugares de delicados pastos me hará descansar”. A partir de ese momento comenzó el milagro. Tan sólo la áspera cáscara del cuerpo se encontraba en aquella sala de operaciones. Yo estuve en   delicados pastos, en praderas difíciles de describir por su insondable pureza y la mezcla de colorido. Una dulce brisa me envolvía y puedo asegurar que yo no caminaba sino que era transportado con inefable dulzura.
         Cuando percibí ligeros toques en mis mejillas y una voz que me animaba a despertar, mis ojos estaban desbordados por lágrimas. Las enfermeras me interrogaban sobre el motivo de aquel llanto.
         ¿Cómo explicarles que yo había regresado de un lugar y condición de paz perfecta donde la ausencia de aflicción era absoluta? ¿Cómo decirles que mi alma anhelaba el retorno a aquellos dulces parajes?  No era fácil narrar que sobre aquella mesa de trabajo Dios me había mostrado que un cuerpo impedido no es obstáculo para retozar por bellos campos con alfombras de terciopelo. Que la enfermedad puede hacer de nosotros su blanco pero no su presa, porque ante piernas imposibilitadas Él nos proporciona alas. Él sustituye la vasta sábana verde de un quirófano por campiñas del mismo color, pero de delicada textura.
         Con el Espíritu Santo el dolor no es una lóbrega prisión, sino un corredor que nos conduce al deleite, la noche no es densa oscuridad sino la gestación de un nuevo día, así como la batalla es la fragua para una gloriosa victoria. (MI MAYOR LEGADO)
Bueno, querido diario, la vida nos brindó hoy otra razón para sonreír… seguro que mañana tendremos muchas más.

José Luis Navajo

1 comentario:

  1. Bellisimo mensaje... ¿Qué más puedo decir? Que Dios lo bendiga pastor!

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