viernes, 7 de enero de 2011

CONSEJOS DE UN ÁNGEL


-         ¿Oíste hablar del ministerio en la noche? –giro la cabeza siguiendo el sonido de la voz y descubro la brillante mirada de Tim-. Me refiero a lo que Agustín de Hipona denominó “la noche oscura del alma”. Son periodos en los que todas nuestras referencias desaparecen y no encontramos ni una señal en el camino. Ni un sol en nuestro día ni una diminuta estrella en nuestra noche. Pero hay que seguir avanzando. Tal vez no volando, y ni siquiera correr podemos, pero hemos de seguir caminando… e incluso, a veces, arrastrándonos.
-         Hay ocasiones en que ni fuerzas para arrastrarme me parece tener –admito. Y enseguida reparo con perplejidad en que estoy confesando mi más íntima debilidad a un niño…
Pero ese niño, que podría ser mi hijo, no siente ningún pudor y sigue hablando con libertad… y con autoridad también:
-         Tal vez no las tengas en ti mismo. Para eso está la fe –me recuerda-: fe es creer en algo más allá de uno mismo –las palabras del joven suenan sencillas y no suponen un descubrimiento. Está transmitiendo verdades conocidas que yo mismo he predicado muchas veces. Pero no es lo que dice, sino cómo lo dice. En su boca las frases adquieren un peso y consistencia que sólo puedo calificar de sobrenatural. Creo que Tim nota que mi mente divaga, por lo que posa su mano sobre mi hombro para hacerme aterrizar y entonces me repite-: fe es creer en algo más allá de uno mismo. Algo que no se puede ver, ni tocar, ni tampoco oler… como la esperanza y el amor. En eso encontramos fuerzas.
-      Creo que todo eso lo he perdido.
La naturalidad con la que me exhorta es casi desquiciante… pero a la vez aquietante:
-      Podrías intentar luchar por recuperarlo.
-      Lo he intentado –miro a María buscando su complicidad, pero sus ojos brillan anegados de agua y opta por agachar la cabeza. Ella está viviendo la lucha con más intensidad que yo mismo-. De veras que lo he intentado… pero me encuentro agotado. ¿No será demasiado tarde?
-         Nunca es tarde para averiguar qué es importante en tu vida y luchar por ello –y concluye-. No sé si alguna vez has escuchado la declaración de Flora Larson: La fe es el fin de nuestros recursos y el principio de los recursos de Dios. Estoy de acuerdo con ella y también estoy seguro de que vale la pena levantarse y luchar guarecidos tras el escudo de la fe.

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