miércoles, 8 de diciembre de 2010

CONVERSACIONES CON MI DIARIO (10)

Querido diario:

Hoy te necesito como cómplice de una importante misión: escuché que los rincones más abrasadores del infierno están reservados para aquellos que, ante una situación crítica, conservaron su neutralidad.
Debo posicionarme y estoy convencido de que tú me ayudarás:
Como respuesta al trailer del libro NO BAILES CON LA MUERTE http://www.facebook.com/l.php?u=http%3A%2F%2Fwww.youtube.com%2Fwatch%3Fv%3D2mPBykjTf9M&h=98ece

alguien me hizo llegar una carta cuyo texto me impactó. Cada línea era un disparo, pero la que me alcanzó el corazón fue saber que el remitente murió a poco de escribirla.
Necesito ser su eco... necesito usar tus páginas para levantar por él la voz.
Grítalo, querido diario... grita por este joven  y por muchos más que ya no pueden hacerlo. Albergo la esperanza de que tu mensaje de vida llegará lejos, ahogando el mortífero susurro de esa brutal enemiga: LA DROGA.

CARTA DE UN HIJO ARREPENTIDO
Lo siento mucho papá, creo que esta es la última vez que me podré dirigir a ti... En serio, lo siento mucho.
Es tiempo de que sepas la verdad; voy a ser breve y claro. La droga me mató papá. Conocí a mis asesinos a los 15 años, es horrible, ¿no es cierto?
¿Sabes cómo ocurrió? A través de un ciudadano elegantemente vestido y que se expresaba muy bien.
El nos presentó a nuestro asesino: LA DROGA.
Intenté rechazarla, de verdad que lo intenté, pero este señor se metió con mi dignidad, diciéndome “que yo no era hombre”.
No es necesario que dijera nada más, ¿verdad?
Ingresé al mundo de las drogas; no hacía nada sin que ella estuviera presente
¿Sabes papá?, cuando uno comienza, encuentra todo ridículo y muy divertido, incluso a Dios lo encuentra ridículo.

Hoy en este hospital reconozco que Dios es lo más importante de este mundo, sé que sin su ayuda no estaría escribiendo esta carta.
Papá, no vas a creerlo, pero la vida de un drogadicto es terrible y todos los jóvenes deben saberlo para no entrar en eso. Yo no puedo dar ni tres pasos sin cansarme.
Los médicos dicen que me voy a curar, pero cuando salen del cuarto mueven la cabeza.
Papá, solo tengo 19 años y sé que no tengo la menor oportunidad de vivir, es muy tarde para mí, pero tengo un último pedido que hacerte.
A todos los jóvenes que conoces muéstrales esta carta. Diles que en cada puerta de colegios, en cada aula, en cada facultad, en cualquier lugar, hay siempre un hombre elegantemente vestido que se expresa  correctamente, que va a mostrarles a su futuro asesino: el que destruirá sus vidas.
Por favor, haz esto papá, antes de que sea demasiado tarde para ellos también.
Perdóname papá, sufrí demasiado. Perdóname por hacerte sufrir también con mis locuras.
Adiós querido papá… Si te sientes sólo busca a Dios.

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