jueves, 28 de abril de 2011

TESOROS EN LA OSCURIDAD

Cerrar el corazón y endurecernos en los días de dolor es una actitud equiparable a la del niño inmaduro que reniega de las lluvias que se vierten sobre el campo, solo porque estas le impiden salir a jugar, ignorante de que a ellas debe las jugosas frutas y verduras que le proporcionan alimento. Sería imposible la subsistencia sin una aternancia del sol y la llluvia. También en los campos del alma precisamenos luces y sombras; inviernos y primaveras. Cerrar el corazón al dolor es cerrar el corazón a la vida.
Bien poco enseñó la vida a quien no le enseñó a soportar el dolor.
Todo es útil, quizá hasta el gozo, quizá hasta la vida regalada, quizá hasta la ausencia de contradicciones; pero sobre todo el dolor. El sufrimiento  en sí mismo es torpe y feo y humillante como una mala digestión; pero al convertirlo en tu aliado descubres que es un trampolín que te lanza a nuevas conquistas y una escalera para alzarte a cumbres gloriosas.
Asumir el dolor es rentabilizarlo; es convertir en agua de riego la más terrible tempestad.
Las flores del valle de la aflicción que se abren a la humedad de las lágrimas propias, serán pañuelos que enjugarán las ajenas: los pasos tímidos e inseguros, dados en el corazón de la noche, alumbrarán como lámparas incandescentes, desterrarán sombras, inaugurarán días y abrirán la puerta a exuberantes primaveras. (El Cincel De Dios. José Luis Navajo)

viernes, 22 de abril de 2011

¿ACTIVO O EFECTIVO?

O amamos a Aquel a quien servimos o nuestro servicio se convertirá sólo en trabajo.
         El principio de todo es Dios y para servirle tendrás que conocerle, y conociéndole te será imposible no amarle.
La verdadera pregunta no es ¿En qué sirves?, sino ¿A quien sirves? 
No es lo mismo servir al Señor que trabajar en la iglesia… ni siquiera es parecido.  
No trabajes para la iglesia de Dios, trabaja con el Dios de la iglesia. 
Algunos encuentran su identidad en lo que hacen y no en lo que son.
Cuando dejan de hacer, dejan de ser.
Perdiendo su puesto pierden su identidad.
Tú no perteneces a ese grupo: no vales por lo que haces sino por lo que eres.
Podrán relegarte y hasta degradarte. Afectará a tu posición pero no a tu gran posesión: lo que tú eres. Mantendrás íntegro tu valor, pues está en ti, y eso no puede arrebatártelo nadie… ni siquiera la muerte.
Y nuestra identidad se completa al mirarnos en el espejo de la presencia de Dios. Todo comienza en Él.
No trabajes para la iglesia de Dios, hazlo con el Dios de la iglesia. 
De esa intimidad brota un estimulo extraordinario que convierte al siervo activo en instrumento efectivo.

viernes, 8 de abril de 2011

¡¡GRACIAS, SEÑOR, POR MIS AMIGOS!!

Hoy celebré mi cumpleaños. La noticia en sí no encerraría demasiado dramatismo de no venir asociada a una cifra contundente: Cuarenta y siete.

Sí, damas y caballeros, ni uno menos, ni -gracias a Dios- uno más.

Es difícil colocar tantas velas sobre un pastel, y lo es también encajar tantos años sobre una espalda.
En esa lucha estaba: envidiando a los bebés que jugaban en el parque y añorando la época de mi "temible adolescencia" cuando el ordenador inició un goteo incesante de "ding dong" que anunciaba la llegada de mensajes.
Cada felicitación, sencilla o elaborada; cada declaración de buenos deseos, de sueños cumplidos, de bendiciones para el nuevo año... En fin, cada palabra, supuso un delicioso bálsamo que restaba peso a los años y añadía consistencia a la oportunidad que Dios me brinda al comenzar un nuevo año.

Queridos amigos, gracias por haceros cercanos en un día tan especial.
Querido Dios, gracias por acercarme tu presencia en este paraiso de amistad.

Ahora caigo, Señor, en que todavía no te he pedido un regalo. ¿Puedo hacerlo ahora?

Toma nota, te lo ruego, ésta es mi petición:
Un océano de paz para cuántos están debatiéndose en la lucha.
Una catarata de alegría sobre quienes el peso de la aflicción.
Un millón de abrazos para aquel que sienta el frio de la soledad.
Y un refrescante oasís para cualquiera que tenga sus pies enterrados en la ardiente arena de la adversidad.

Y de paso, Señor, que parte de la alegría que yo siento pueda descender como lluvia refrescante sobre los paises y naciones sacudidos por desastres naturales, guerras fraticidas y holocaustos nucleares. Que vengas Tú como lluvia de amor, apagando los absurdos fuegos encendidos por el odio y el rencor.

Sé que te pido mucho, Señor, pero, al fin y al cabo Tú eres Dios, ¡y hoy es mi cumple!

Gracias, querido Dios, por darme tan grandes amigos.
Gracias, queridos amigos, por compartir la fe en un gran Dios.

8/4/2011 "Ya no me resulta una fecha tan terrible". :-)

lunes, 4 de abril de 2011

¿SER BUEN ORADOR SIN SER UN BUEN ORANTE?

Minutos con Dios hacen rentable el día. Horas con Él convierten en triunfante la vida.
Una de las herramientas de quien sirve a Dios es la palabra. También ésta se afila en la oración.
Recuerda que no hablas ante personas, sino a las personas. Para hablarles a ellos, debes hablarle antes a Él.  
Visitando el corazón de Dios encontrarás la ruta al corazón del hombre… Si eres afectado por Él tu servicio afectará a aquellos a quienes sirves.
No puedes ser buen orador sin antes ser un buen orante.
En cierta ocasión traté de extraer la sabiduría y experiencia de un pastor veterano. Para ello le planteé la siguiente pregunta: “Mirando atrás, en su vida y ministerio, ¿qué tres cosas cambiaría si pudiera comenzar de nuevo?”
Respondió con inmediatez y extraordinaria firmeza: “Pasaría más tiempo con Jesús. Pasaría más tiempo con mi esposa. Pasaría más tiempo con mis hijos.”
Muchas iglesias padecen de un exceso de programación y un gran déficit de unción.
¿La causa? Montañas de proyección y migajas de oración.
Acumular actividad olvidando la intimidad es el atajo al fracaso. No hay vida más vacía que la que está llena de movimiento desde la mañana hasta la noche; y lo mismo puede aplicarse a una iglesia. Que nunca la programación asfixie a la adoración.
Una iglesia nunca será más grande que su altar, ni llegará más alto que éste.