miércoles, 2 de febrero de 2011

EL VIOLINISTA

De paso por una ciudad, un célebre violinista anunció que daría un concierto con un Stradivarius. La sala se llenó a rebosar.
Desde las primeras notas, la audiencia fue sorprendida por el virtuosismo del violinista, pero al final de la segunda pieza rompió el instrumento sobre sus rodillas y abandonó el escenario.
El público primero quedó mudo de asombró, pero enseguida se encolerizó y reprochó a gritos el desmán del músico. Fue necesaria la intervención el director del teatro, quien explicó intentando calmar al público:
"Señoras y señores, no se inquieten, el violinista todavía no ha usado su Stradivarius. El que acaba de romper era una mala imitación de escaso valor."
El virtuoso reapareció provisto con su reluciente Stradivarius. Después de ejecutar su primera obra con esta joya, se paró y preguntó al público:  ¿Notaron la diferencia? Sólo un par de manos se levantaron.
Entonces explicó: Ese era mi objetivo: demostrar que no es tan importante el instrumento, sino que el verdadero valor se halla en el instrumentista.
Recuérdalo siempre: la verdadera clave no está en la herramienta, sino en la pericia de quien la usa.
¿Quién hace sonar tu vida? ¿En qué manos te has puesto?
He visto brotar melodías sublimes de los más humildes violines.

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