martes, 15 de marzo de 2011

NO DEJES QUE TUS TRIUNFOS TE APLASTEN

¿Logros? Haz con ellos como con el chicle, tras saborearlos tíralos de ti. De lo contrario te impedirán enfocarte en lo que sigue. Sobreponte a los errores, pero no dejes que tus triunfos te aplasten.
Inmediatamente después de su altivez, lo que salta a la vista en los soberbios es su soledad. La fachada del orgulloso es tal que uno no llega apenas ni al umbral; se queda ante ella perplejo y deslumbrado. Cuando uno entra –si entra- se encuentra solo; no hay nadie allí. Lo mejor es salir de nuevo e ir en busca de un humilde; no habrá allí soledad. Esas casas suelen estar abarrotadas de  vida y alegría.
Créeme, vi a  intrépidos guerreros destruyendo a feroces enemigos para morir luego aplastados por su propia victoria.
Empresas que tuvieron un triunfo y quisieron luego crecer rápidamente. Personajes que a raíz de un éxito se creyeron hiper-exitosos y desafiaron al poder establecido, parias mentales que se atribuyeron todos los méritos y despreciaron la fuerza y el esfuerzo de sus colaboradores. La lista es infinita, pero siempre tiene un denominador común: la soberbia. Cuando se da esa condición, de forma inevitable lo que había sido una ascensión inicia su rumbo hacia el nublado precipicio del fracaso.
Después de alcanzar la cima sólo quedan dos opciones: permanecer o descender. Permanecer requiere una actitud vigilante, no confiada, humilde y trabajadora.

1 comentario:

  1. No es fácil ser humilde ante los triunfos, ni perseverar en un proyecto después de las derrotas...

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